jueves, 25 de agosto de 2011

ALONSO DE OJEDA EN CIUDAD OJEDA

Historia y Tradición
ALONSO DE OJEDA EN CIUDAD OJEDA

Eumenes Fuguet Borregales (*)
Navegante español, considerado el más importante después de Colón,nacido en la provincia de Burgos el año 1472; descubridor de Curazao,golfo de Venezuela y del lago de Maracaibo. Primer Gobernador del Nuevo Mundo nombrado por los reyes católicos con extensión desde el Mar Caribe hasta lo más extremo del Sur del continente sin limitación geográfica alguna, dio el primer uso industrial del petróleo al calafatear sus naves con betúmen tal como lo realizaban los indios; dio origen al primer mestizaje en el continente al casarse con Guaricha,una nativa de Coquivacoa a quien bautizó Isabel en honor a la reina española; construye en la Guajira el primer barco en América; considerado el primer conquistador del continente; es el primer navegante en recorrer por primera vez la costa venezolana. Gracias a las influencias de Juan Rodríguez Fonseca, acompaña en 1493 a Colón en su segundo viaje, llegando a la isla “La Española”, hoy Santo Domingo. Al regresar a España consigue el patrocinio a través de Capitulaciones con los reyes, para realizar su primera expedición que salió el 18 demayo de 1499,  desde el puerto de Santa María en Cádiz, siguiendo la ruta del tercer viaje de Colón, acompañado del navegante italiano Américo Vespucio y Juan de la Cosa, cartógrafo, quien realizó el primer mapa del nuevo continente y de Venezuela; la flota llegó a Trinidad,  las bocas del Esequibo y del Orinoco, Isla de Margarita y Cumaná; en sus toques costaneros para aprovisionarse de agua y frutos, tuvo que combatir contra los aborígenes ubicados en Puerto Cabello y Tucacas. Siguieron a Curazao denominándola Isla de Los Gigantes por la altura de sus aborígenes. Pasó por Aruba y Bonaire. El 9 de agosto de 1499, día de San Román, llega a la península de Paraguaná, en el punto más septentrional de Venezuela, cabo de San Román. El 24 de agosto llegan a la entrada del lago de Maracaibo bautizándolo San Bartolomé, día de ese santo, al adentrarse al golfo observaron los palafitos que le recordó a Juan de la Cosa a Venecia; continúa hacia el Cabo de la Vela- hoy Guajira y Santa Marta, regresa a Santo Domingo para abastecerse y seguir a Cádiz a donde llega en junio de 1500, con perlas,oro, esmeraldas y algunos aborígenes esclavos, entre ellos su esposa con quien procreó tres hijos, ella le servía de interprete durante su estada en las poblaciones indígenas, e inclusive le salvó la vida en varias ocasiones. Con el nombramiento de gobernador de Coquivacoa salió en su segunda expedición hacia el Nuevo Mundo en 1502, donde recorrió el golfo de Paria y Margarita; regresa a Santo Domingo, allí es encarcelado durante dos años por las denuncias de sus acompañantes. De esa isla caribeña organiza en 1508 una tercera expedición, la cual fracasa por la falta de abastecimientos, por los ataques de los indígenas de la Guajira con flechas envenenadas y por la codicia de sus compañeros de viaje. Sin dinero y desmoralizado se aloja en el Monasterio de San Francisco en Santo Domingo, donde muere en 1515; antes de morir, pidió ser enterrado en las puertas del templo, de manera que los fieles al entrar y salir lo pisaran en penitencia por los pecados cometidos durante su vida, especialmente por el asesinato de los indígenas. Isabel, de noche lloraba frente a la tumba yrealizaba sus oraciones guajiras, muere a los quince días, siendo enterrada al lado de su esposo por los sacerdotes franciscanos. Al profundizar la investigación, notamos, que sus restos no se encuentranen el Monasterio de San Francisco en Santo Domingo, cuya construcción data de 1505, actualmente está en ruinas. En 1965 con motivo de una insurrección, las tumbas fueron profanadas. Venezuela en tres ocasiones (1889,1942 y 1949), solicitó traer las cenizas, pero elgobierno dominicano negó la solicitud. El Presidente Eleazar LópezContreras, debido a los incendios petroleros que afectaban a Lagunillas, funda el 13 de diciembre de 1939, día de Santa Lucía a Ciudad Ojeda. El distinguido sacerdote agustino, historiador, acucioso investigador, educador, escritor de fina pluma y abogado Fernando Campo del Pozo, actualmente en Zaragoza; como párroco de Ciudad Ojeda,desde 1964, se preocupó por recuperar las cenizas, a tal fin habló con su Eminencia el Cardenal Quintero y éste a su vez con las autoridades dominicanas, recibiendo respuesta negativa. El padre Campo viaja a Santo Domingo en diciembre de 1981 para realizar las diligencias ante la Academia Nacional de Historia e instituciones oficiales y eclesiásticas, pudiendo recoger, registrar y traer a Ciudad Ojeda las cenizas, las cuales en acto público, se colocaron en un cofre de vidrio, bendecidas con agua del lago y cubierta con la Bandera
Nacional por Monseñor Ramírez Roa, Obispo de Cabimas.

miércoles, 24 de agosto de 2011

América Latina: unidad y emancipación en tiempos de crisis


América Latina: unidad y emancipación en tiempos de crisis

 Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica


Mientras la crisis civilizatoria avanza y se manifiesta con mayor intensidad, sacudiendo los pilares del mundo que hemos conocido durante al menos los últimos 60 años –desde el fin de la Segunda Guerra Mundial-, en América Latina se van perfilando dos tendencias que intentan enrumbar la región por caminos diferentes a los señalados por la hegemonía política, financiera y militar global.
Una de estas tendencias es la que reafirma el curso de unidad e integración que caracteriza el clima político de la región en los últimos años, en particular, desde la llegada al poder de gobiernos progresistas, nacional populares y cada vez menos afectos al ideario del neoliberalismo desintegrador.
Este bloque que podríamos designar, de un modo muy general e ilustrativo, como nuestroamericano, dado el común denominador de sus gobiernos, movimientos y organizaciones populares por construir políticas –no exentas de contradicciones y límites- con una visión propia, pensadas desde nuestras realidades diversas y plurales, y orientadas a satisfacer los intereses de las grandes mayorías, ha logrado emprender con buen paso la batalla cultural por la unión latinoamericana y caribeña (véase el desafío histórico, político y simbólico que supone la creación de la CELAC, un organismo continental sin Canadá y Estados Unidos).
Al mismo tiempo, y contra los pronósticos más pesimistas y las maniobras conspirativas de la derecha criolla y el imperialismo (como sucedió en Honduras, en 2009), este bloquenuestroamericano no solo suma nuevos aliados, sino que está impulsando la recomposición geopolítica y económica de la región: por un lado, el triunfo de Ollanta Humala en Perú podría fracturar definitivamente el bloque del Pacífico (México, Colombia, Chile), incondicional a Washington; y por el otro, la articulación de respuestas concertadas y regionales a la crisis económica mundial, desde el foro de la UNASUR y su recién creado Consejo Suramericano de Economía y Finanzas, si bien no aspira a la creación de un orden poscapitalista, sí representa un avance importante en la vía desmontar el aparato de dominación tendido por los organismos financieros internacional –FMI, Banco Mundial, BID- desde el inicio de la contrarreforma neoliberal conservadora de finales de los años 1970.
Signo inequívoco de la fortaleza política de la idea de la unidad latinoamericana, es el triunfo de la presidente argentina Cristina Fernández en las elecciones primarias del pasado domingo (con un apoyo abrumador del 50,7% de los votos emitidos, 38% más que sus rivales más cercanos), que allana su reelección para las elecciones presidenciales de octubre y apuntala el proceso diverso de integración nuestraamericana (iniciado también por el exmandatario Néstor Kirchner), en el que Argentina, por su dimensión geográfica, económica y estratégica, constituye uno de los pilares junto a Brasil y Venezuela. No en vano, una vez conocidos los resutados, la presidenta recibió felicitaciones y apoyo de sus pares de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela y Uruguay.
La otra tendencia a la que hacemos referencia es la de la emancipación social, popular y antineoliberal, refrendada ahora por los presagios de colapso del sistema mercadocéntrico y especulativo que rige los destinos de los países industrializados, y que en América Latina fue vanguardia de la neocolonización impulsada desde los años 1990.
En este sentido, resulta muy significativo que la inminente reelección de la presidenta Fernández ocurra justamente 10 años después de la profunda y dolorosa crisis que sacudió a la Argentina en 2001, y que supuso, para todos los efectos, un hito fundamental en lo que, vistos los cambios ocurridos desde entonces, podríamos señalar como la clausura en América Latina, con mayor o menor celeridad, con más o menos dificultades en cada país, del proyecto neoliberal ortodoxo y antinacional.
Tampoco es casual que otro de los “alumnos ejemplares” o “modelos” del neoliberalismo latinoamericano, como es el caso de Chile, muestre grietas y señales inconfundibles de agotamiento: aquí, las protestas de los últimos meses condensan un amplio abanico de demandas y reivindicaciones que explican el cambio de época en América Latina, y que ahora cuestionan, incluso, la gestión de los gobiernos progresistas y nacional-populares surgidos de las movilizaciones y resistencias de los años 1990 y de inicios de la década del 2000 (como el de Evo Morales en Bolivia).
Chile es hoy un nuevo foco de las transformaciones en nuestra América, en donde el viento de la emancipación, y la emergencia de una ciudadanía más activa y beligerante –animada por el brillante ejemplo de los jóvenes-, sigue agitando las banderas de la lucha contra la exclusión de los pueblos indígenas y el colonialismo interno como política de Estado; la defensa del medio ambiente y el reclamo por la soberanía de los recursos naturales; la democratización del sistema político “representativo” y el paso a formas de democracia directa (plebiscito, referéndum); el reclamo de los trabajadores contra las injustas condiciones laborales que impone la economía capitalista; y la justa demanda por el derecho humano a una educación gratuita, universal y de calidad para todos.
No cabe duda: en estos tiempos de crisis, la unidad y la emancipación, como dijera José Martí de la creación política y cultural en el siglo XIX, son las palabras de pase de esta generación de latinoamericanos del siglo XXI.

Vivimos en tiempos de crisis.


Vivimos en tiempos de crisis.
Nadie se pone de acuerdo si es crisis terminal del capitalismo, crisis cíclica, crisis del capital financiero que se trasvasa hacia la economía real, crisis de los Estados Unidos, crisis del capital financiero desdoblándose en crisis nacionales europeas o todas juntas, al mismo tiempo, crisis de crisis.
Ante la certeza única de que estamos en crisis, bien vale la pena pensar en el modelo de desarrollo que ha llevado a ella, no para caracterizar la crisis, pues caeríamos en el mismo intríngulis anterior, sino para pensar en qué podríamos proponer como alternativa pues, si mal no recuerdo, en eso de las alternativas es en donde estamos más flojos los que abogamos por uno modo de vida distinto al que prevalece en nuestros días.
Ya se sabe, y se ha dicho muchas veces, que en América Latina existen búsquedas interesantes y, en muy buena medida, únicas, de alternativas. Pero, paralelamente, han aparecido en nuestro subcontinente otras propuestas, que no necesariamente están vinculadas a los proyectos gubernamentales, que también tienen cosas que decir. Muy llevada muy traída ha sido en los últimos tiempos la que deriva de una visión de mundo andina prehispánica, que ha trascendido hasta nuestros días, que se denomina el buen vivir. Es posible que por el hecho de que en Bolivia se esté llevando a cabo un proceso político social presidido por un indígena aymara, esta concepción de vida haya saltado a la palestra con tanta fuerza; pero en todo lugar de América Latina en donde hayan poblaciones originarias, hay también formas de vida distintas a las occidentales implantadas en nuestras tierras desde la conquista española. Las poblaciones de origen mayanse, por ejemplo, en el sureste mexicano, Guatemala y Belice, tienen una cosmovisión muy fuerte que en nuestros días empieza a aflorar con fuerza a la vista de todo el mundo.
El problema es si estas formas de vida pueden considerarse, además de diferentes del modo de vida occidental y del modelo de desarrollo capitalista, como alternativas; es decir, si se podrían plantear como posibles de ser adoptadas hoy, por ejemplo, por la nación boliviana o guatemalteca en vez del modelo de desarrollo capitalista subdesarrollado y dependiente que ostentan y adelantan.
Un primer problema que se presenta en este sentido es la poca sistematización que tienen; es decir, son formas de vida con orígenes ancestrales, que importantes segmentos de la población pueden haberla tenido como forma de relacionarse con el mundo circundante pero, por ser patrimonio de los pobres, pocos o nadie en el pasado se preocupó por establecer, a partir de ellas, un modelo.
Otro problema importante es que son poco conocidos por la mayoría de la población de los mismos países de donde proceden, lo cual no es nada extraño pues todo lo que proviene de “los de abajo” siempre ha tenido un carácter marginal en el saber y el conocimiento hegemónico.
Y por último, solo para hacer una rápida enumeración de algunos de los problemas que se presentan, aunque se conocieran serían discriminadas, miradas de menos, echadas en saco roto por una gran parte de la población de esos países quienes, estandarizados bajo los patrones hegemónicos occidentales, consideran esas visiones de mundo como “cosas de indios”.
Hemos tomado el ejemplo de las ideas, concepciones y visiones de mundo de los indígenas de América Latina solo como uno de muchos ejemplos que se podrían traer a colación. Lo cierto es que cada país, cada comunidad nacional tienen sus propias raíces históricas y culturales que pueden servir de sustento para pensar en verdaderas alternativas. Algunas de ellas son antiguas, como la del buen vivir, y otras son más recientes. Pero lo importante es tratar de pensar con cabeza propia poniendo atención en las cosas que hemos sabido hacer bien, potenciándolas con una perspectiva de futuro que ponga por delante valores como la autodeterminación, el bienestar de la mayoría y el desarrollo no depredador.
Claro que esto se dice fácil pero es muy difícil llevarlo a la práctica. Los sectores que han sido hegemónicos en América Latina desde tiempos de la independencia se han preocupado más por su propio bienestar sin importar la suerte de los más, y para ello se especializaron en estar al servicio de intereses foráneos, que siempre fueron grandes y los subordinaron.
Por eso, para poder pensar con cabeza propia y adelantar procesos de desarrollo de nuevo tipo, es necesario que nuevos actores políticos, con nuevas ideas, nuevas mentalidades, nuevos intereses y nuevos aliados lleguen al poder.
Por eso es tan importante que dirigentes como Evo Morales, Hugo Chávez o Rafael Correa hayan llegado al poder del Estado. Sin las fuerzas sociales que ellos representan es difícil echar a andar con pies propios.
No se trata ya de utopías inalcanzables sino de una necesidad en la que, a lo mejor, nos va la propia superviviencia.